Tarde de Otoño en el Lago de Sanabria.
Leyenda del Lago de Sanabria
Hace muchos años, en el lugar que hoy ocupa el lago de Sanabria existía un pueblo llamado Valverde de Lucerna, rodeado de tierras fértiles y productivas, la gente del lugar era egoísta, y de actitud poco solidaria y caritativa.
La noche previa a la fiesta de San Juan, una noche lluviosa con truenos y relámpagos, una sombra se mueve lentamente en dirección al pueblo, el relámpago ilumina su vieja capa de lino, se apoya en un bastón del que cuelgan dos conchas, es alto, de barba larga y abundante cabello. Calado hasta los huesos llama a la puerta de una casa.
-¿Quien llama a estas horas?. Le contestan desde el interior
-Un peregrino que busca refugio y alimento para pasar la noche. Contesta
-¿Eres un peregrino?..Pues continua tu camino
El hombre sigue caminando y tropieza por tres veces cayendo y volviéndose a levantar, insiste en otra de las casas, negándose el inquilino a abrir su casa y darle cobijo.
En la ultima casa lo intenta de nuevo
¡Por favor dejadme entrar!
-Déjanos en paz y vete por donde has venido.
Cansado, hambriento y aterido de frío decide abandonar el pueblo, a la salida del pueblo en un altozano ve un horno de leña, donde se encontraban unas mujeres cociendo pan, les pregunta si puede entrar, a lo que ellas acceden. Una vez que se hubo secado al calor del horno, las mujeres hacen un pequeño panecillo para dárselo, lo introducen en el horno y cuando intentan sacarlo comprueban que ha crecido tanto que no pueden sacarlo por la boca del horno. Van probando con trozos cada vez mas pequeños hasta que finalmente uno sale y se lo dan al misterioso peregrino. Este dirigiéndose a las mujeres les dijo:
-Gracias por socorrerme realmente solo vosotras sois dignas de ser salvadas en este pueblo, seguir en el horno y no salgáis esta noche. Voy a castigar a este pueblo, que no se acuerda cuando están con el estomago lleno y calentándose a la lumbre de los que pasan hambre y frío.
El hombre se despide de las mujeres recordándoles que se queden en el horno, una vez que ha llegado a las afueras del pueblo pronuncia esta frase, "Aquí clavo mi bastón, aquí brote un gargallón".
En el lugar donde clava el bastón empieza a brotar un gran caudal de agua, a las pocas horas el pueblo de Valverde de lucerna queda totalmente inundado.
Al día siguiente, el sol ilumina el valle un gran lago cubre lo que antes era el pueblo, solamente una pequeña isla en el lugar donde estaba el horno de leña sobresale del agua.
Días más tarde un vecino con la ayuda de una pareja de bueyes Redondo y Bragado intenta sacar del fondo del lago las dos campanas de la iglesia, consigue sacar una, pero la otra permanece en el fondo del lago.
El día de San Juan (24 de Junio), las personas que son caritativas y generosas, se dice que oyen el tañido de la campana que reposa en el fondo del lago.
El origen de esta leyenda esta basado en la historia de un personaje divino (Jesús ) que solicita hospitalidad en un pueblo pecaminoso, y sólo consigue hallarla en casa del vecino más pobre. A continuación, el pueblo queda sumergido por las aguas y sólo se salva el vecino hospitalario. Tal es el origen de las leyendas de: los Lagos de Enol, del Lago de Sanabria, del lago de Isoba, y de muchos otros, en la cornisa cantábrica y en Francia.
lunes, 31 de octubre de 2011
Atardecer en el Lago de Sanabria
domingo, 9 de octubre de 2011
Viriato: Terror Romanorum
Detalle de la estatua de Viriato, en Zamora.
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www.conocerzamora.com/personajviriato.htm
Aunque son muy escasos los datos que se poseen sobre la vida de este valeroso guerrero, a excepción de susEfigie de Viriato del escultor zamorano eduardo Barrón. hazañas frente a los romanos, sabemos que tenía fama de ser generoso y austero, así como de poseer gran corpulencia física. Respecto a su talento estratégico dio sobradas pruebas en las batallas, siendo en cierto modo, el creador de la guerra de guerrillas. Todo esto junto a su gran talento político y su oratoria, sobria pero eficaz, le convirtieron en uno de los héroes hispanos de más prestigio de aquellas centurias.
Según la tradición y posteriormente el estudio realizado por varios historiadores dan a Viriato nacido en tierras sayaguesas, más concretamente en Torrefrades.
Así, todavía son muchos los habitantes de la zona que pueden señalar con exactitud dónde el famoso guerrero tenía la cueva que le servía de vivienda en el teso de Várate; o en el cerro de las Espadas, donde ganó una de sus batallas; o la ermita del Castillo, donde se llevaron a cabo varias de sus hazañas.
Desde su infancia había tenido que cuidar los ganados de su familia por los montes de Torrefrades y en invierno se trasladaba a Extremadura en busca de mejores pastos, por eso no es de extrañar que fuese buen conocedor de la zona.
La llegada de los romanos irrumpió en la vida de aquellos pueblos a los que asaltaban, asesinaban y esclavizaban, Viriato, ante aquellos trágicos acontecimientos se puso al mando de unos cuantos hombres, que más tarde llegarían a ser 10.000, para hacer frente al invasor mediante la práctica de las emboscadas, obteniendo importantes victorias. Fueron tales en importancia y en número, que llenó de pavor al senado romano, enviando contra él a sus mejores generales siendo todos ellos igualmente derrotados.
Tras casi ocho años de cruentas guerras (147-139 a. de J.C.), los romanos firmaron la paz con ventajosas condiciones para Viriato, declarándolo el Senado “amigo del pueblo romano”.
Llegado a España Servilio Cepión rompió el tratado, con el beneplácito del Senado, atacando a Viriato por sorpresa, teniéndose éste que retirar urgentemente a Toledo.
Deseando Viriato la paz, envía a tres de sus más prestigiosos capitanes para ratificarla: Audaz, Ditalco y Minuro. Recibidos con honones por Cepión, éste les convenció para asesinar a Viriato, por cuyo servicio Roma les premiaría como se merecían.
Una Muerte de Viriato, del artista Madrazo. noche del año 139 a. de J.C., estando durmiendo en su tienda, irrumpieron en ella los tres capitanes apuñalándolo hasta su muerte. Tras ello, los tres traidores huyeron al campamento de Cepión, desde donde fueron trasladados a Roma. Allí fueron conducidos ante el Senado, donde, al reclamar su recompensa, recibieron por respuesta la frase que se haría célebre:“Roma no paga traidores

