El día comenzó como de costumbre: acudiendo cada uno a su trabajo rutinario, con las tareas diarias. La mañana pasó rápida, y pronto se acercó la hora de salir.
Todos sabíamos lo que teníamos que hacer, y con prisa nos preparamos para iniciar el viaje hacia nuestro destino. A alguno nos tocó comer en el viaje, debido al poco
tiempo disponible.
Una vez llegamos al punto de encuentro, revisamos la ruta que teníamos preparada, en una tarde con un tiempo inmejorable para caminar.
Nos dirigimos en coche hacia el inicio de la ruta, dejando el vehículo al lado de la ermita. Cogimos algo de ropa de abrigo por si acaso, agua, comida, la cámara de fotos y el GPS.
Antes de empezar a caminar, observamos brevemente el entorno, que sin siquiera comenzar el ascenso ya nos hacía ver lo que nos esperaba.
Entonces es cuando se empieza a disfrutar de verdad: caminando por un bosque de robles, hayas, acebos...disfrutando del Otoño.
Poco a poco comenzamos a ascender hacia la cumbre, sin descanso, pero de vez en cuando era imposible no darse la vuelta atrás y observar el paisaje: la Sierra de la Demanda en Burgos
en uno de sus principales enclaves.
Tras una subida continua, comenzamos ya a ver más cerca la cima, pasando por un pequeño refugio que en esta ocasión no tuvimos que utilizar debido al mal tiempo.
Entonces empezamos ya la parte final del ascenso, viendo ya la cumbre en sí, sabiendo que el tiempo pasa rápido y tenemos que disfrutar cada momento al máximo.
Allí nos felicitamos por haberlo conseguido, y nos damos cuenta del privilegio de poder disfrutar esa tarde de la compañía y el entorno de la Naturaleza que nos rodea: desde el Mencilla tenemos
en frente el pico más alto de Burgos, el San Millán; seguido de cerca a su izquierda por el Trigaza. Si nos giramos podemos ver incluso cumbres de la montaña palentina,
La Rioja, Picos de Urbión en Soria...Aprovechamos para hacer alguna foto como la de la imagen, en la que la luz del atardecer proyecta las sombras de los 3 montañeros sobre
la cumbre del Mencilla, teniendo de fondo el San Millán.
También tomamos fuerza con algo de fruta y chocolate, y bebimos un poco de agua.
Habríamos estado allí mucho más tiempo, pero hay que calcular la vuelta al punto de partida, y debíamos comenzar el descenso. Éste se produjo por un "pedregal" bastante
molesto de la antigua estación de esquí.
Rápidamente llegamos al camino al lado del albergue, y en un bosque más oscuro fuimos entre hayas, robles, acebos...de nuevo hacia el pueblo de donde salimos.
Una ruta de senderismo inolvidable, y que os recomiendo realizar en alguna ocasión.
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